Tengo un mal presentimiento sobre esto

No cabe duda de que el expresidente estadounidense Donald Trump reescribió la política comercial de la economía más grande del mundo, hasta tal punto que el presidente Joe Biden lo copió en gran medida: priorizar la manufactura nacional, dejar de lado los acuerdos comerciales, mandar al olvido a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y utilizar la imposición de aranceles unilaterales como medio de alcanzar algún objetivo económico o político.

Fuera del propio Trump, nadie hizo más para remodelar esta nueva política que su embajador comercial, Robert Lighthizer. De acuerdo con una nota del Wall Street Journal publicada el 13 de mayo, tiene asuntos pendientes. En un libro publicado el año pasado y en una entrevista reciente, Lighthizer describe una agenda que abarca un cambio aún mayor en el comercio global de regresar Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025.

Robert Lighthizer, USTR de 2017 a 2021

Y es que a pesar del cambio de política desde 2016, los desequilibrios comerciales globales persisten, en particular el déficit de Estados Unidos y los superávits de China y México. Lighthizer cree que la eliminación de estos desequilibrios mediante aranceles, y quizás otras herramientas como controles de capital, debería ser el objetivo general de la política comercial estadounidense.

En este sentido, en un artículo de Michael Every de Rabobank, publicado el 14 de mayo y titulado “Tengo un mal presentimiento sobre esto” se hace un recuento de una serie de eventos a nivel mundial que deben preocuparnos y nos da una advertencia de las locuras que podrían implementarse si Donald Trump gana en las elecciones de este noviembre y pone a Robert Lighthizer como Secretario del Tesoro.

El autor redacta su artículo comparando la situación económica-política actual con la saga de películas de Star Wars. Comienza mencionando que él era fanático desde que salió la primera película en 1977, mantuvo viva la llama cuando solo existían casetes VHS estropeados de la trilogía original y como muchos, estaba emocionado cuando se anunciaron las precuelas. Hasta que en el texto de apertura de la Amenaza Fantasma se menciona: “La tributación de las rutas comerciales hacia sistemas estelares periféricos está en disputa”. Recuerda haber pensado: «Este es mi trabajo, ¡aburrido!». Pero para él las precuelas de Star Wars resultaron mejores que las secuelas. Comenta que de hecho, gran parte de la trama de las precuelas sobre el desmoronamiento de la democracia hacia la autocracia, la disputa sobre las rutas comerciales y luego la guerra, parece incluso más profético que su informe de 2016 titulado ‘Thin Ice’, en el que subraya cómo el siglo XXI podría hacer eco del siglo XX, y más aún más acertadas que el más detallado reporte de 2020 ‘El mundo en 2030’.

Tan solo la semana pasada: el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que el mundo corre el riesgo de dividirse en bloques comerciales y cambiarios amurallados; The Economist afirmó que “el orden internacional liberal se está desmoronando lentamente”, con “un número preocupante de factores desencadenantes que podrían provocar un descenso hacia la anarquía”; Alemania anunció el servicio militar obligatorio para todos los jóvenes de 18 años y un gasto militar superior al 3% del PIB; China incorporó el entrenamiento militar para todos los estudiantes de secundaria; Biden incrementó los aranceles aplicables a los vehículos eléctricos chinos al 102.5%, y Trump dijo que los aumentaría al 200%; Bloomberg advirtió que “Estados Unidos, China y Rusia están en una espiral hacia la guerra”; el director de la oficina comercial de Hong Kong en Londres fue arrestado por espionaje; y, como algunos subrayan que Rusia ha pasado a una economía de guerra total que incentiva lo marcial, la predicción de que los mercados servirán a la seguridad nacional en el futuro se hizo realidad cuando Putin despidió a su ministro de Defensa para nombrar en su lugar a un economista para ese cargo.

Más grave aún es que el ex Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) de 2017 a 2021 y potencial Secretario del Tesoro de Trump, Robert Lighthizer argumentó que Estados Unidos –y todos los países, excepto aquellos con ventajas naturales– deberían, con el tiempo, mantener un comercio equilibrado en el que exporten sólo para importar y no para acumular superávits comerciales. Él cree, correctamente, que la ventaja comparativa es movible a través de la política industrial y la Inversión Extranjera Directa (IED), lo que el clásico David Ricardo asumió que nunca podría suceder en su teoría del libre comercio.

Lighthizer dice que los aranceles pueden funcionar pero no son la mejor manera de alcanzarlo; un dólar más débil para lograrlo requeriría interferir con la Reserva Federal para recortar las tasas de interés, algo que a él no le entusiasma (aunque puede que a Trump sí); y el método más contundente –un certificado de exportación necesario para comprar una importación– es incompatible con una economía libre; de modo que eso sólo deja la opción de establecer controles de capital y/o fuertes impuestos sobre las entradas de capital a activos estadounidenses para evitar que partes extranjeras depositen allí los dólares obtenidos del comercio. Lógicamente, si se eliminan las entradas de la cuenta de capital de Estados Unidos, las salidas de la cuenta corriente (es decir, el déficit comercial) también desaparecen. Que locura.

Semejante resultado sería equivalente a un torpedo de protones que destruiría la Estrella de la Muerte del comercio global y el mercado mundial.  Si Estados Unidos mantiene un comercio equilibrado, el flujo de dólares al sistema extraterritorial de eurodólares se detendría. Esas decenas de billones de deudas necesitarán ser pagadas con reservas de divisas de alrededor de siete billones de dólares, o nuevos créditos *extraterritoriales*, o líneas de swap de la Reserva Federal, que le otorgarán nuevos poderes de la Fuerza. Los tipos de cambio oscilarían violentamente. Las cadenas de suministro globales pasarían del lado de la Luz al lado Oscuro. Naturalmente, las prácticas actuales en los mercados financieros explotarían. Y todo esto es defendido por el ex Representante Comercial de Estados Unidos de la presidencia Trump (un puesto público que solía vender más el libre comercio al mundo hasta 2016) porque para ellos es la única manera lógica para que Estados Unidos salga de un sistema global que lo está debilitando en muchos aspectos fundamentales, incluso si pocos prosperan enormemente gracias a ello.

Padmé Amidala se lamenta en una de las precuelas de Star Wars: “Así es como muere la libertad, con estruendosos aplausos”, y muchas de esas cosas también están sucediendo. Pero hasta ahora la libertad de mercado neoliberal muere entre ronquidos atronadores. La gran mayoría de los que trabajan en los mercados no prestan ninguna atención a este contexto global. Lo que nos lleva de nuevo a Star Wars en un sentido diferente.

Hay una brecha cronológica de 18 años entre la última precuela de Star Wars y Una Nueva Esperanza de Star Wars de 1977. En ese corto período de tiempo, todos en la galaxia que habían visto a los Jedi corriendo por ahí realizando milagros durante gran parte de sus vidas olvidaron lo que son las espadas laser y lo que eran los Jedi. Eso queda claro en los comentarios desdeñosos de Han Solo sobre la Fuerza a Luke Skywalker en el Episodio IV.

Sin embargo, tal vez todos en Star Wars sabían lo que era un Jedi, pero no querían perder sus trabajos: de la misma manera, los riesgos sistémicos para los mercados en nuestro contexto global no son aptos para una conversación cortés entre los bancos centrales y sus observadores.

O tal vez la gente lo olvidó porque nadie en Star Wars lee. La gente en las películas mira las pantallas, pero nunca ves un libro excepto los Pergaminos Jedi, de los cuales incluso Yoda dice: «Pasa páginas, no lo son» (haciendo alusión a los libros divertidos que uno lee rápidamente). Por tanto, el universo de Star Wars es postalfabetizado, lo que explicaría por qué una población que envía hologramas en tiempo real a través de la galaxia es incapaz de recordar algo importante que sucedió hace muy poco. Hoy en día, los mercados financieros también están llenos de pantallas, pero rara vez de libros. Tienen toda la información posible, pero nadie puede recordar la economía clásica, ni lo que ocurrió el mes pasado, y mucho menos hace 18 años. ¿Dónde estaban los fondos federales en 2006? ¿Qué estaba pasando en los mercados? ¿Cómo era la República? ¿Hubo disputas sobre la tributación de las rutas comerciales? ¿Estaban los Jedi paseando? «¿Quién sabe? ¡Estoy comprando todas las cosas!

De hecho, parece que la aventura de GameStop con Roaring Kitty va a volver a suceder, para aquellos que no recuerdan cómo terminó la última vez; “Que las fuerzas del mercado te acompañen”, hasta que seas manipulado por un Sith oculto en algún lugar.

El autor concluye mencionando que hace mucho tiempo, en un piso de remates muy, muy lejano, le pidieron su pronóstico más simple para nuestro futuro: dijo que en el mejor de los casos, Star Trek -la humanidad unida trabajando junta– y en el peor de los casos, Star Wars. Y aquí estamos. «Tengo un mal presentimiento sobre esto», por decirlo suavemente. También lo tienen el FMI, The Economist, algunos de Bloomberg, el ministro de Defensa alemán y Xi Jinping.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En X: @alejandrogomezt

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