Los bancos centrales contaminados por la situación fiscal

El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés) en su informe trimestral Global Debt Monitor, dio a conocer que el principal indicador del endeudamiento mundial reanudó su ascenso y que la deuda global alcanzó un récord de 315 billones de dólares en el primer trimestre del 2024, impulsada por el crecimiento de las obligaciones por parte de los mercados emergentes, Estados Unidos y Japón.

De esta manera, la relación deuda-producción global, una medida que describe la capacidad de un prestatario para pagar su deuda, aumentó hasta alcanzar 333% después de tres trimestres consecutivos en que había venido bajando.

Este crecimiento imparable de la deuda, ocasionada en buena medida por políticas fiscales irresponsables de toda clase de países, ha corrompido mucha de la operación de los principales bancos centrales del mundo. En esta entrega, primero explico cómo ha sucedido en Estados Unidos y la Unión Europea, y posteriormente analizamos lo que sucede en México en materia fiscal y su impacto en la política monetaria.   

Banco central europeo y la FED

En cuanto a este punto, vale la pena retomar el artículo de Daniel Lacalle, publicado el 16 de abril de este año y titulado “Los bancos centrales están equivocados respecto a los recortes de tasas de interés”, en el cual se explica cómo es que los bancos centrales han emprendido una política monetaria laxa para dar gusto a sus gobiernos nacionales monetizando la deuda pública.

El artículo de Lacalle comienza mencionando que cuando hablamos de política monetaria, la gente no comprende lo importante que es el que las tasas de interés reflejen la realidad de la inflación y el riesgo asociado al instrumento en el que se pretende invertir. Las tasas de interés son el precio del riesgo y manipularlas para reducirlas conduce a burbujas de precios de activos que suelen terminar en crisis financieras, mientras que imponer tasas demasiado altas puede penalizar a la economía. En un mundo ideal, las tasas de interés se moverían libremente de acuerdo a las condiciones del mercado crediticio y no se necesitaría un banco central para fijarlas.

La correcta determinación de precios tan importante como las tasas de interés, evitaría la creación de burbujas especulativas y, sobre todo, la acumulación desproporcionada de riesgo. El riesgo de fijar tasas demasiado altas no existe cuando los bancos centrales imponen tasas de referencia, ya que por lo general tienden a facilitar el endeudamiento gubernamental (que en Estados Unidos implica la creación artificial de moneda) de la manera más conveniente (lo que ellos llaman “sin distorsiones”) y al menor costo posible.

Banco de la Reserva Federal

Algunos analistas ingenuos dicen que los bancos centrales no imponen las tasas de interés y que éstos sólo reflejan lo que exige el mercado. Sorprendentemente, si ese fuera el caso, no tendríamos a los operadores financieros pegados a las pantallas en la víspera de los anuncios de política monetaria o tratando de decodificar los comunicados de las decisiones de política para descifrar cuál será la decisión del banco central sobre las tasas hacía el futuro. Además, si el banco central sólo respondiera a la demanda del mercado, esa es una buena razón para dejar que las tasas de interés floten libremente.

En los Estados Unidos y la Unión Europea, los ciudadanos perciben que aumentar las tasas de interés en un contexto de inflación alta es perjudicial; sin embargo, no parecen entender que lo realmente destructivo fue haber tener tasas de interés reales y nominales negativas durante tanto tiempo. Eso es lo que alienta a los agentes económicos a asumir muchos más riesgos de los que nosotros podemos asumir y a disfrazar el exceso de deuda con una falsa sensación de seguridad. Al mismo tiempo, sorprende que los ciudadanos elogien las bajas tasas de interés pero luego se quejen de que los precios de las viviendas y de los activos de riesgo aumentan demasiado rápido.

La inflación es una gran ventaja para el emisor de moneda. Culpa a todos por el aumento de los precios, excepto a lo único que hace que los precios suban, consoliden ese aumento y sigan subiendo, y ese responsable es precisamente el hecho de que el banco central imprime mucha más moneda de la que demanda la economía privada y fija tasas de interés muy por debajo de los niveles de riesgo reales.

El beneficio del estatismo es que culpa a los bancos por las altas tasas de interés, del mismo modo que culpa a los supermercados por los incrementos en los precios al consumidor.

Banco central europeo

¿Quién imprime moneda y disfraza el riesgo?

Por supuesto, analizamos la situación del Banco Central Europeo (BCE) y del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), que dictan el aumento de la oferta monetaria mediante recompras de bonos y tasas de interés fijas. Sin embargo, estos bancos centrales no recompran activos estatales, no imprimen dinero ni imponen tasas de interés reales negativas porque sean malvados alquimistas. Lo hacen porque el déficit fiscal del Estado –que implica una creación monetaria artificial– sigue siendo insostenible, la deuda pública está atrofiada y la solvencia del Estado empeora debido al desequilibrio de las cuentas públicas. Estos bancos centrales no son responsable de implementar la política fiscal. Así, el Estado es quien verdaderamente ocasiona que se imprima dinero de la nada y traslada el costo del desequilibrio a los ciudadanos a través de la inflación y los impuestos.

Los bancos, en una economía abierta, no crean dinero de la nada; prestan para proyectos reales que se espera que se paguen con intereses, y esos préstamos suelen tener garantía. Si los bancos comerciales crearan dinero de la nada, ninguno de ellos quebraría. Sólo crean dinero de la nada cuando la regulación impone tasas de interés tan bajas que están desconectadas del riesgo y elimina la necesidad de capital para sostener al gobierno acumulando en sus hojas de balance los bonos gubernamentales y préstamos bajo la falsa construcción de que son “activos sin riesgo”.

Así, el castillo de naipes construido bajo el disfraz del cero riesgo del sector público siempre crea inflación, crisis financieras, estancamiento y trampas de liquidez. Pero lo que es peor, es que a través del sector público, la cantidad de dinero creada se destina a gastos improductivos, destruye el poder adquisitivo de la moneda generando inflación, empobrece a los ciudadanos y, al mismo tiempo, descapitaliza a las empresas más frágiles (las Mipymes).

El caso de México

En el caso de México, el pasado jueves 9 de mayo el INEGI informó que la inflación anual en abril subió a 4.65%, después de haberse ubicado en 4.42% en marzo. Obvio, dadas estas presiones inflacionarias, era lógico que más tarde el Banxico anunciaría que mantiene sin cambios su tasa de interés objetivo en un nivel de 11.00%. En su comunicado de prensa el banco central identifica diversos riesgos al alza en la inflación, tales como: i) persistencia de la inflación subyacente; ii) depreciación cambiaria; iii) mayores presiones de costos; iv) que la economía muestre una resiliencia mayor a la esperada; v) afectaciones climáticas; y vi) escalamiento de conflictos geopolíticos. Desde mi punto de vista, llama poderosamente la atención que no hayan mencionado entre los riesgos, al enorme desequilibrio fiscal que tenemos este año, pero tal vez no quisieron incomodar a los responsables de dicho déficit.

En el comunicado, el Banxico agrega que la Junta de Gobierno evaluó la mitigación de los efectos de los choques sobre la inflación y sus determinantes, el comportamiento de las expectativas de mediano y largo plazos y el proceso desinflacionario. Opinó que persisten retos y riesgos que ameritan continuar con un manejo prudente de la política monetaria. Tomó en cuenta la expectativa de que los efectos de los choques incidan sobre la inflación por más tiempo que lo anteriormente previsto.

Es importante precisar que en nuestro país, debido a la autonomía del banco central, el Banxico tiene prohibido darle financiamiento al gobierno federal, por lo que no podemos decir que el aumento de deuda pública se monetice como si sucede en Estados Unidos. Sin embargo, las presiones por los déficits fiscales desde luego que ejercen una presión en la demanda agregada, que sin duda se traduce en una inflación de precios al consumidor mucho más persistente y difícil de abatir.

Los analistas que participan en la más reciente Encuesta Citibanamex de Expectativas indican que para el cierre de este año esperan que la tasa de fondeo bancario se ubique en 10.00%, lo que implica un nivel 100 puntos base por debajo del nivel actual de 11.00%. Dado que la inflación va al alza, y la lectura más reciente fue de 4.65% anual en abril, es prácticamente imposible que el banco central vaya a bajar la tasa de interés en 0.25 puntos porcentuales en 4 ocasiones en lo que resta del año.

La expectativa de que las tasas de interés se mantendrán elevadas por mucho más tiempo del que dicen los analistas encuestados por Citibanamex, se puede ver calculando las tasas de interés implícitas de los Cetes en sus diferentes plazos. La tasa de interés implícita anualizada que calculamos en GAEAP el 7 de mayo, para los Cetes a 28 días está en un nivel de 11.11% para dentro de 91 días, está en 11.05% para dentro de 175 días y de 10.69% para dentro de dos años. Esto implica que el mercado anticipa que el rendimiento de los Cetes a plazo de 28 días estará en un nivel 2 centésimas de punto porcentual más alto que el de ahora dentro de 6 meses y que esté en un nivel apenas 36 centésimas de punto porcentual más bajo dentro de dos años.

Recuerden, el déficit fiscal de este año será de 5.9% del PIB, cifra equivalente a 2 billones de pesos adicionales de deuda. Con este nivel adicional de gasto público es casi imposible que se logre una inflación anual cercana al 4.15% como lo prevén los analistas encuestados por Citibanamex, por lo que sería una irresponsabilidad del banco central bajar la tasa de interés objetivo en la magnitud esperada por los analistas de la torre de marfil cuando la inflación es inaceptablemente alta por culpa del propio gobierno federal.

Y si, también se debe mencionar que al igual que en Estados Unidos y la Unión Europea, la inflación en México es una gran ventaja para el gobierno federal, ya que le permite efectivamente seguir endeudando al país en términos nominales y luego salir a decir que no ha aumentado el endeudamiento del país como porcentaje del PIB. Vemos pues que la inflación en benéfica para el gobierno federal, porque además nos hace ver bien en las estadísticas mundiales, ya que gracias a ella y a la apreciación del peso frente al dólar es que ahora somos la economía número 12 del mundo.   

Así pues, para concluir solo queda recapitular que al igual que con nuestros vecinos del norte y los europeos, con independencia de que los bancos centrales funcionan de diferente manera y tengan objetivos diferentes, no hay una política monetaria que se pueda ejecutar en función de las condiciones del mercado crediticio, sino que ésta responde a las perversiones de la situación fiscal del país.

Alejandro Gómez Tamez*   

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com     

En X: @alejandrogomezt

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