Ley Chips a la mexicana

La construcción de chips de 14 nanómetros, una hazaña de la ingeniería moderna, requiere instalaciones que abarcan más de cinco kilómetros cuadrados, con inversiones multimillonarias. China, Taiwán, la Unión Europea y Estados Unidos lideran la producción de estos componentes que se han convertido en esenciales. Y con este panorama, la pregunta es si una política industrial podría impulsar a México para convertirse en un competidor clave en su fabricación . Actualmente, el país participa en la cadena de valor en las etapas de diseño y montaje, así como en las pruebas y el ensamblaje, fundamentales para la concepción de los semiconductores, pero no son las que mayor inversión requieren y tampoco las que más valor producen. “La parte de la fabricación, sin duda, es la más compleja”, señala Pedro Casas Alatriste, director general de la AmCham. “También es la que más valor agregado genera a la cadena, por ende, es la más cara y la que más tiempo nos va a tomar desarrollar en México”.

Con acento nacional

En el país, la empresa Therm-X tiene una planta de semiconductores en Tamaulipas que ya está haciendo este proceso. Sin embargo, es la única y aunque la firma mexicana de semiconductores QSM piensa levantar una en Querétaro que iniciaría operaciones en 2025, se requieren inversiones multimillonarias y acciones en las que también participe el gobierno. Según datos del reporte ‘Oportunidades para el nearshoring de semiconductores’, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Fundación México-EU para la Ciencia (Fumec), los rangos de inversión para una planta de chips de última generación oscilan entre 10,000 y 20,000 millones de dólares. Con un puñado de empresas con esta capacidad (TSMC, Samsung, GlobalFoundries, UMC, SMIC, Tower Semiconductor, Intel, Nvidia, Powerchip Semiconductor Manufacturing y Hua Hong Semiconductor), los gobiernos han optado por contribuir a esa inversión. El ejemplo más claro es la Ley CHIPS, que el presidente estadounidense Joe Biden firmó en agosto de 2022. El objetivo de la Ley de Creación de Incentivos Útiles para Producir Semiconductores (CHIPS Act, en inglés) es fortalecer el papel de Estados Unidos en la industria ante el dominio de Asia, que acapara el 80% de la creación de semiconductores, y fomentar la fabricación e investigación de semiconductores en el país a través de incentivos fiscales, subvenciones y créditos a empresas para estimularlas a construir o ampliar sus plantas en el territorio. Casas Alatriste menciona que una política industrial para incentivar la industria de los chips en México es posible, pero siempre y cuando se tome en cuenta el contexto nacional. “Es físicamente imposible que México invierta 52,000 millones de dólares (el monto que contempla la ley estadounidense) en nada, y, mucho menos, en semiconductores”, dice. Desde su perspectiva, una legislación a la mexicana también debe entender la naturaleza del gobierno entrante de Claudia Sheinbaum, que dará continuidad al enfoque de no otorgar incentivos económicos, además de desarrollar los estados que ya tienen cierta participación en la zona centro, y comenzar a incentivarla en los lugares donde aún no tiene presencia. Eugenio Marín, director ejecutivo de la Fumec, menciona que no es necesaria una Ley CHIPS federal, sino trabajar localmente con inversiones en los estados que ya están dentro de la industria, así como otros que se pueden incorporar a ella a través de otras áreas. Cada entidad, apunta, debería hacer su presupuesto para apostar por el desarrollo de los semiconductores y ayudarse con los recursos de la federación. “Los gobernadores son quienes van a liderar esos cambios”, afirma. Los especialistas también recomiendan promover colaboraciones binacionales, algo que entendió Estados Unidos, pues entre los puntos de la Ley CHIPS resalta el Fondo Internacional de Seguridad e Innovación Tecnológica (ITSI, por sus siglas en inglés), que incluye en su primera fase una evaluación del ecosistema y su marco regulatorio en México, además de las necesidades de fuerza laboral e infraestructura. Durante una reunión con los representantes de la Alianza para la Prosperidad Económica para las Américas, el secretario de Estado del país vecino, Antony Blinken, anunció que Estados Unidos producirá chips en Latinoamérica y los primeros países con los que trabajará serán México, Panamá y Costa Rica, con los que tiene fuertes conexiones para el ensamblaje, pruebas y empaquetamiento. “Estados Unidos, que tiene una economía significativamente más compleja que la nuestra, conoce los retos para poder convertirse en un verdadero fabricante de semiconductores. Y, por lo tanto, sabe que necesita de la complementariedad con otros países. Mientras nosotros no abordemos el tema de forma regional, se nos va a complicar bastante”, apunta el director general de la AmCham.

Atractivo para la inversión

México, poco a poco, ha entendido la importancia de los chips en la economía digital. En junio se publicó el convenio de colaboración para impulsar el desarrollo de la industria de semiconductores entre las secretarías de Hacienda y Crédito Público; de Medio Ambiente y Recursos Naturales; de Energía; de Economía; de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes; de Educación y la de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, así como el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología y la Comisión Nacional del Agua. El plan es impulsar, desde distintos frentes, el ecosistema de los chips, especialmente, el del talento joven y especializado en labores técnicas. Carlos Rebellón, director de Políticas Públicas y Gobierno de Intel Hispanoamérica, resalta que contar con talento preparado es crítico ante las nuevas necesidades de hardware que implica la inteligencia artificial generativa. “El modelo informático se está volviendo muy desafiante”, declara, pero, desde su punto de vista, México es un terreno fértil para las empresas que exigen este talento. Casas Alatriste también advierte sobre la necesidad de energías limpias, estables y suficientes, así como un buen uso de agua en materia industrial. En este sentido, Marín agrega que se requiere una mayor inversión en infraestructura, tanto portuaria como ferroviaria y de carreteras, para asegurar que la parte logística y de distribución de los componentes esté cubierta, así como una mayor promoción a las inversiones desde el gobierno. Para los especialistas, este es un momento crucial para México de subirse a la carrera de los semiconductores, pues así como existe un rango considerable de acción, la oportunidad también la podrían aprovechar otros países, como Alemania, Japón o Corea del Sur, que también están realizando fuertes inversiones en el sector o, incluso, ya tienen empresas líderes en él, como Samsung. Casas Alatriste apunta que las inversiones deben escalonarse, desarrollar las primeras etapas de menor complejidad hasta alcanzar lo que más dinero requiere. Esto tomaría, “dependiendo de dónde enfoquemos nuestros esfuerzos y si hacemos las cosas bien”, alrededor de 10 años.

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