Los conflictos son más comunes de lo que se cree. Y puede ser explicado como un “problema, cuestión o tema de discusión que lleva al enfrentamiento entre dos o más partes en busca de una solución”. En otras palabras, se puede entender como una situación en la que dos o más partes manifiestan diferencias frente a un problema.
En las relaciones humanas es muy común que el conflicto se presente en el plano intrapersonal o interpersonal. Por lo que muchas personas lidian a diario con ‘conflictos’ internos que muchas veces obedecen a patrones de comportamiento o perfiles de personalidad.
Según la médica psiquiatra Laura Villamil, diversas razones psicológicas y emocionales pueden llevar a algunas personas a buscar constantemente peleas o confrontaciones. Muchas de estas personas han crecido en entornos conflictivos, donde la resolución de conflictos se basa en la agresión verbal o física, lo que normaliza estas formas hostiles de solucionar problemas.
Dichos patrones se replican durante la adolescencia y la adultez, lo que deriva en individuos conflictivos que generan sufrimiento tanto para ellos mismos como para quienes los rodean.
¿Cómo identificar a una persona conflictiva?
Las personas que tienen una tendencia a buscar peleas o discutir constantemente muestran ciertos signos y comportamientos característicos. “Suelen culpar a otros por los problemas, tienen un pensamiento inflexible y tienden a discutir en exceso. Su baja tolerancia a la frustración se manifiesta en una rabia que proyectan hacia los demás; además, carecen de empatía o de culpa. Por ello, disfrutan de las peleas (parecen cómodos), son expertos en ofender y crean chismes destructivos”, explica la doctora Villamil.
En ese sentido, relacionarse con una persona conflictiva puede ser agotador y perjudicial para la salud mental. Puede llevar a sentirse humillado, afectar la autoestima y generar estrés crónico, ansiedad, depresión y problemas de sueño en quienes interactúan con ellos. En casos extremos, esta dinámica puede llevar a pensamientos suicidas debido a sentimientos de frustración, culpa e insuficiencia.
La doctora Villamil sugiere establecer límites claros, evitar el contacto con personas conflictivas o mantener conversaciones ligeras que no aborden temas personales o sensibles. Es fundamental comprender que el problema radica en la otra persona, no en uno mismo.
“Involucrarse en discusiones constantes con personas conflictivas puede generar culpa, estrés emocional y físico. Estas personas expertas en proyectar su rabia pueden causar malestar físico, como dolores de cabeza y musculares, así como síntomas gastrointestinales. Se recomienda no tomar las discusiones de manera personal y evitar caer en su juego emocional”, asegura la experta.
Afirma que si bien no existe una técnica única para mantener la calma frente a personas conflictivas, es crucial identificar si su comportamiento es repetitivo y establecer límites. No se debe intentar rehabilitar al otro, ya que estas conductas pueden tener raíces profundas en la infancia y ser influenciadas por factores genéticos y familiares.
“Para protegerse emocionalmente, es fundamental trazar límites claros, evitar conversaciones sensibles y recordar que el problema es del otro individuo. No debe involucrarse en su conflicto ni intentar cambiar su comportamiento”, agrega.
¿Qué hacer frente a una persona conflictiva?
La empatía y la comprensión son importantes, pero es más esencial comprender que las personas conflictivas reaccionan de acuerdo con su historia de vida. Por eso, hay que evitar confrontaciones y no tomar sus acciones de manera personal.
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Si alguien está dispuesto a buscar ayuda para controlar su tendencia a pelear constantemente, se le puede sugerir que consulte a un psiquiatra. Esto puede contribuir a manejar su control de impulsos y abordar los problemas subyacentes que contribuyen a su comportamiento conflictivo, como patrones de crianza y vivencias pasadas.
La doctora asegura que es necesario ser cuidadoso. “Ignorar o no abordar el comportamiento conflictivo en una relación puede llevar a situaciones graves de violencia intrafamiliar y afectar significativamente la salud mental de las personas involucradas. Además, puede desencadenar episodios depresivos, problemas de autoestima y trastornos de ansiedad, lo que hace esencial tomar medidas para establecer límites y protegerse emocionalmente”, agrega la especialista.